alupego (Ángel L. Pérez)

SEMILLAS DEL CORAZÓN

SEMILLAS DEL CORAZÓN

Buscó la abeja la flor,
con su zumbido de fiesta.
Y polinizar al mundo,
para que sobreviviera.
Bajo sus élitros vive,
de la esperanza la Tierra.

Maneras y modos son,
como fanáticas muecas.
Como patéticos rictus,
para tapar los residuos,
malolientes que se crean.
Pestilentes bocanadas,
de malolientes cabezas.

La sangre no tiene rango,
solo el sello de la herencia.
Materiales vanidades,
hechas de cualquier manera.
Improntas sin corazón,
de regalías y haciendas.
Extraídas al inferior,
que como esclavo se entrega.

Cruza el ave el hemisferio,
en su eterna duermevela.
En trashumantes anhelos,
vuelan sus plumas de ciencia.
Henchidas de gozo cruzan,
mares, ríos y cordilleras.
La sombra no les detiene,
ni la luz del Sol las ciega.

En su hábitat se ocultan,
estrambóticas quimeras.
Ensoñaciones simbólicas,
de fantasías inconexas.
Pesadillas y temores,
de pozos ciegos sin agua.
Tumores en los tejidos,
de proporciones fantásticas.
Una fugaz sinfonía,
que sale de las entrañas.

Palabras de celofán,
escritas sobre la nada.
Suspiros de resquemor,
entre las delgadas ganas.
Sospechas de viento son,
en las pérfidas miradas.
Crematorios de ilusiones,
que entre cenizas se quedan.

Canta el verso en su dolor.
En sus ideas se fraguan,
las voces de la ilusión.
Vive inmerso en la razón,
que le flagela y le calma.
Como un tornillo sin fin,
girando sobre su alma.
Preso en el cálido aliento,
de su modesta morada.

Semillas en el jardín,
de belleza aderezadas.
Que germinan al calor,
de corazones que hablan.
Sobre la Tierra el sabor,
del olor de sus entrañas.
A.L.
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