Donde estés, tal vez la brisa llegue y mis palabras susurren en tu oído mi poema afligido.
A ti que te fuiste sin decir adiós, llevando en tus manos el misterio de mis sueños, que te acariciaban en la madrugada.
Donde estés, posiblemente la luz de los cocuyos te cobije y yo sufra el frío de tu ausencia; aun así, prefiero que este dolor esté encima de mi pecho y no sobre el tuyo.
Quizá estés en otros brazos, a lo mejor no, tal vez solo querías estar sin mí, sin ti.
Me dejaste el vacío donde no germina ni la soledad.
A ti, te brindo los versos más melancólicos del mundo, mas no el llanto, no mereces mi desconsuelo, ni lo compungido de mis noches, ni mis pupilas desangrando, ni mis desvelos.
A ti, sólo te deseo que sonrías siempre, con amor puro.
A ti.