Partido y viejo, con la edad cayendo
por la cuesta empinada de sus años,
avanza tropezando aquel extraño,
foránea alma que cruzó rehuyendo.
En sus talones lleva de otros suelos
los climas y rasguños, es huraño
desde el cabello hasta sus tristes paños
cuando avanza arqueando lomo y cuello.
Paró en la esquina. Desmayó vencido
por el tirante agobio de su peso.
Con desconcierto todos han corrido
Y están rodeando sus rendidos huesos.
Aquel anciano en su longevo exilio
ha deseado morirse a su regreso.