Te vi del brazo del otro,
llena de alegría
con la mirada tranquila
sabiendo que no pasa nada.
Más las maldades de la vida
nos llevaron a encontrar
tu mirada con la mía.
La tuya coquetona,
y medio sonrojada,
que con mensaje de hiel
me decías ya sin rubor alguno:
“me fui con el otro”.
Mi mirada quedó helada
Sentí un frío como ninguno.
Entonces, el cielo
se estrelló contra el piso.
Los cánticos guardaron silencio.
Mudez sepulcral
en una tarde de invierno.
La lluvia no cesaba
Ni el dolor de mi corazón.
Que día tan triste.
Y se dieron las cosas
sin ningún despiste.
Y todo por no haber alpiste.