Ceniza y laurel
cicuta del parnaso
oscurecen la flor en sí
del anacoreta
rostro errante
que ahonda lo divino
de simulaciones astrales
huella de pies mansos
de aquellos que se guarecen
en la noria de la llama
silencio detenido intramuros
vislumbres del mar nocturno
cuando declina el aura
de la madrugada