Nuestra llama del amor que estuvo viva,
con el tiempo y la rutina fue cesando,
ese fuego que tenía tanta fuerza,
no avivamos, y después se fue apagando.
Es muy tarde para hurgar en las cenizas,
que algún día alimentaron nuestros besos,
el amor a de cuidarse cada día,
en confianza y evitando los excesos.
Intentar otra vez el desafío,
queriendo remover fechas pasadas,
no suele resultar buen amorío,
pues segundas partes fueron vanas.
No quisiera morir sin procurar,
alimentar los rescoldos de ese fuego,
que algún día fue un amor sin condiciones,
y ahora, confundimos con un juego.
Trataré de cuidar en adelante,
cada gesto, cada acción, cada detalle,
para huir de lo que es monotonía
procurando que este amor nunca nos falle.
J. Piñeiro