EL TIEMPO
Aunque insistas que,
en este polvoriento lar
que alguna vez tuvo nuestro aire
ya nada brilla,
yo seguiré sentado muy cerca,
tal vez a la sombra de la fronda
que alguna vez escucho y guardo,
y negare siempre
el paredón de los rencores.
Y la bruma de la deshonra
Y los días desangrados,
Partirán como sargazos sin rumbo,
En la somnolencia,
en el silencio,
en las sedativas gasas del olvido.
Reiré cada loco tiempo
que llegue hilarante sin motivo,
porque el tal vez encadenado
destroce los postes de la amarra
Y se lance suicida y burlón
A buscar la nada que a veces
no es tan poco.
Y entonces ardiendo en las mejillas
Surgirán otros brotes, otros rostros,
y te arrepentirás de haberte ido.