La mitad del año
se desliza inexorablemente.
Aletargados los días en una extraña combinación
de aire caliente y húmedo
y frescos vientecillos que cortan la respiración.
La tierra demasiado sedienta se agota
en su espera agonizante.
\"Época de vacas flacas\" se oye decir a los mozos.
Un generalizado y desesperanzador tiempo de pausas ronda las esquinas.
No habrá abundancia de trabajo y la economía se diluye en bolsillos rotos.
Sobra demasiado tiempo para pensar en carencias.
Aprieta la urgencia de doblar rodillas esperando siempre Misericordia Divina para aplacar los quebrantos.
Algunos en el pueblo emprenden sus viajes...
Unos buscando mejores.suertes,
otros, el siempre sorpresivo viaje sin retorno a la eternidad del firmamento.
Caras por muchos años familiares se desvanecen
y otros que jamás se llegaron a conocer se esfuman con la misma causal casualidad que aparecieron.
La vida siempre lleva y trae sucesos y sentimientos.
Junio, el ombligo del año,
une y desune, marca y aquieta,
centrando la atención en uno mismo
y en la necesidad de seguir latiendo.