Estoy empezando a saber
el valor de todo
justo a tiempo de perderme
entre el precio de la nada.
Con las manos vacías intentando
rozar los peces de tus ojos
como si pudieran aprender a volar
cuando los alcance.
Tu respiración huele como el Sol
y tus brazos nunca me han mentido.
Y ya no sé si me confundo
cuando te llamo hogar:
ya no sé si son tus labios
o todos los países que aún no he visto.
Tu espalda en mis manos es un mapa
de constelaciones que me invento y acaricio.
Me baño con la luna y sus destellos
haciendo surcos con mis garras en tu pecho
intento capturar, en este instante,
los océanos de sal del infinito.
Me dices que me quede,
y ya me tienes.
Nunca más voy a volver a casa;
ya no pertenezco a ningún sitio.
Ojalá supieras
describir el mar en prosa.
Ojalá pudieras,
regalarme el cielo entero en un suspiro.