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Famélicos están: Mi corazón,
y mi piel, mis ojos y mis manos.
Tengo hambre de ti, de tu pelo,
de tus dedos, de tu voz.
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Tengo verdadera hambre de tu amor.
De tus sueños nada míos,
del aroma de tus hombros,
del silencio de tus pasos.
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Hambre, tengo hambre,
de tu risa cristalina,
de tus versos y tus rimas,
del eco de tu canción.
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Mis manos mueren de hambre por tu cuello,
tus caderas, por tu cintura, tu talla.
Y por tocar tus mejillas
hasta que el viento se calle.
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Mis ojos moribundos, hambrientos, recobraran la vida,
retomaran el aliento si tan sólo en este día te pudieran mirar.
Reconocer tu figura ante todo ese mar de gente
que a mi lado pasa indiferente, que no me mira llorar.
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Por tus labios, tu cintura, por tus pechos, mi locura, y por tus uñas de sal.
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.© Armando Cano