Quítame esta víspera
que viene con su escala oscura de dolor,
con tus manos tibias
que se alzan como alas en las auroras del amor
Bautízame con tus lágrimas de rosa recién cortada
y de babilónicas heridas,
que en esta tarde me hacen doler aún más
las bocas de la soledad y el silencio
Espántame los aires, que me hielan,
de este par de cernícalos voraces
que se aparean lujuriosas
en mis íntimas ojeras
Silénciame con tu boca seductora, con ese beso
que ha secado mi amargura
y donde la muerte, al verme,
ha llorado mi ingratitud.
Como se desahucian las mañanas
en esta jauría de cruces
que se aferran a sus heridas
y a los principios de sus últimos silencios;
Amor celeste, de impalpable credo
y perenne renacer,
siémbrame este sueño último, con los luceros
de tus ojos cargados de ilusión.