Aunque tus ojos no puedan vislumbrar mi compañía
yo estaré sentada a tu lado todos los días,
aunque no puede emitir palabra de aliento,
yo contestaré a cada uno de esos, tus miedos.
La distancia con todo y sus murallas,
no me mantendrá para nada alejada,
de lo que sé, más convencida que nunca,
de aquello que siempre nos ha mantenido juntas.
Porque sé que tu convicción levanta la mía,
destruyendo quien no quiero ser,
y tú, un motivo para mis desvaríos racionales
transformando cada instancia de mi fe.
Me encadenaste, pues solo a ti, te lo permití;
pues, no había conocido una persona más cuerda.
Pero ahora, con ese alicate de elocuencia,
me regresaste la libertad que tanto pedí.
Agradecida por ese ángel que te guarda,
cumpliendo el propósito que yo debí cumplir,
resguardando uno de mis preciados diamantes,
por el cual, no podré siquiera sobrevivir.