Ya las campanas
repican en la tarde
llamando a misa.
Viejos recuerdos
acuden a la mente:
¡Días de infancia!
Pero dejemos
que sigan los recuerdos
dormir su sueño.
Éramos niños,
jugando y estudiando
en el colegio.
Aquellos días
de magia y colorido
nunca se olvidan.
Están ahí,
y marchan con nosotros
a todas partes.
Quizás se cubran
de polvo y telarañas
cuando marchemos.
En ese viaje,
sin trenes ni estaciones,
iremos lejos.
Cierta nostalgia
vendrá hasta las pupilas
con un latido.
Rafael Sánchez Ortega ©
25/05/19