Dame Señor tu mano.
Ansioso de poseerte
te busco en todo resquicio
te inquiero en todo momento.
Dame Señor tu luz.
Que ella apagué la aurora
su lumbre indefinible
todo mi ser añora.
Dame Señor tu verbo.
Absoluta y eterna llama
corazón sin entorno
tu recuerdo mi sangre avizora.
Dame Señor tu yelmo.
Eterna y dulce coraza
el apego a todo lo bello
endulza con el mi alma.
Dame Señor tu risa.
Presente en todo momento
en cada flor que se abre
en cada oración que en mi aflora.
Dame Señor tus ojos.
Cristalinos y radiantes
luzca de ellos su sonrisa
su fuego hirviente me amarre.
Dame Señor tu morada.
En tu arrullo sea un recuerdo
y en mi alma la ilusión
de ser mi corazón tu aposento.