La monotonía de este amor
que nos consumió día tras días,
pero solo a uno inundó,
de tristeza y melancolía.
Mientras el otro amaba
al que considera el amor de su vida,
el otro miraba el cielo pensando
¿Lo podré volver ha amar algún día?.
Pero llego el día planeado
vistiendo la camisa del cielo,
donde el aire soplaba
y se llevaba hasta el más mínimo vello.
Sacó la carta que escribió llorando
la noche antes del encuentro,
y al terminar el primer párrafo
el mar del llanto dejó ver su vertedero.
Y así un capítulo más avanzaba,
del libro de la vida de los protagonistas,
que se alejaban de los días
donde era dulce la alegría.