¡Ay, Santillana del Mar!
Mentirosa te llama la gente;
sin embargo, hoy sólo te he visto
santa en tu Colegiata
flanqueada por dos leones;
el mar, en tus prados verdes
arropándote por todos los costados;
llana, en el trato afable
de todas tus gentes.
… Y por tus venas
corrían pinturas rupestres,
un recuerdo de nuestros padres
que como legado quisieron dejarnos
para que ahora les recordemos
con una lágrima y un anhelo
tiznados en unas manos.
¡Ay, Santillana del Mar,
en ti, mi corazón duerme!