Ojos azules, de claro mirar,
que estáis del espejo enamorados,
que el aire ilumina vuestras pupilas
con besos aromáticos,
que vuestras miradas al cielo ríen
en los días más claros,
que las hojas de los chopos verdecen
sólo por contemplaros,
que estáis ya exhaustos de ver pasar
el incesante fluir de los topacios,
de las verdes esmeraldas y el vuelo
de los amores garzos,
¿por qué en vuestras cerúleas ilusiones
no me dejáis miraros?
Ojos azules, de claro mirar,
de vosotros mismos enamorados,
que el aire acaricia vuestras pupilas...
¡ay, dejadme miraros!