Esa noche me fui caminando despacio.
Nadie vio dónde iba y seguro estaba de que no echarían de menos mi presencia.
Me adentré en el bosque. Bordeé la orilla del río Torbes hasta la llamada “senda de los suspiros” ¿Quizás por qué se llama así?
Comencé a subir la montaña. Me acompañaba el canto de los grillos mientras las luciérnagas iluminaban mi caminar. No sentía ningún tipo de temor, todo lo contrario, aquel ambiente me parecía mágico. Sombras por doquier, las tinieblas me parecían cálidas y protectoras. El aire suave refrescaba la noche del verano tropical. Los cantos de la noche son variados y polifónicos, sobre todo en medio de la naturaleza.
Comencé a divisar la cima del monte, me emocioné. Mi corazón comenzó a latir fuerte y rápido.
Desde las alturas podía observar todo el horizonte. Las luces del pueblo asemejaban un nacimiento, algunas parpadeaban, otras eran de diversos matices e intensidad. Ahí me encontraba, solo en la inmensidad de aquel paisaje nocturno. El astro lunar brillaba por su ausencia, solo se podían ver las estrellas y los luceros. Contemplar la vía láctea y las constelaciones en todo su esplendor.
Se hizo presente un olor a jazmín, mezclado con moho y tierra mojada. Supe en ese instante que estaba llegando.
— Llegaste antes que yo — susurró — Muy bien. Me agrada esto.
— Salí sin prisas antes de lo pensado. Quise deleitarme con el paisaje, no perder detalle alguno — le dije espontáneo —.
— Eres de los pocos que conozco, que no le temen a las tinieblas. Muchos se aterran con el solo pensamiento de cruzar una paraje en plena noche, solos —.
— Nunca le he temido a la oscuridad. Todo lo contrario, me he sentido sereno en medio de la misma. Como si me protegiere en vez de agredirme. Amo sus sonidos y cantos. No los considero macabros, como en tantos que así lo piensan —.
— Sentémonos un rato. — nos sentamos en la hierva fresca — Me agrada tu presencia. —continuó con su discurso — Ya son muchos años que nos vemos y compartimos nuestra amistad. Hoy quiero hacerte un regalo particular. Te he visto crecer, conozco tu historia y todo lo que has vivido. Tus momentos de alegría y también de tristezas. Las veces que has caído y las tantas que te has levantado. Tu vivir intenso te ha hecho más humano, en vez de destruirte o convertir tu corazón en dura piedra. — Alzó su mano derecha, hizo una señal y se acercó una extraña criatura con un cáliz trasparente que sostenía con sus dos manos. Dentro se podía observar un líquido azul fluorescente. Se detuvo justo delante de mi persona. —Este líquido que contiene la copa es el “néctar de la flor nocturna” Flores que son invisibles a ojo humano y siempre florecen en las noches en que no sale la luna. Una planta que solo se alimenta del titilar de las estrellas y del rocío nocturno. Quien bebe este néctar se le abre el entendimiento y recibe el don de curar. Se le desvelan todos los secretos de las plantas, podrá escrutar, conocer el corazón humano y desvelar sus intenciones.
Escuchaba atentamente. Todo me parecía fascinante. Aquel líquido me invitaba a beberlo, pero comenzó a crecer el temor dentro.
Te conozco. Conozco tu corazón y del material que estás hecho. Quiero ofrecerte la oportunidad de tomar este elixir. Tendrás una misión importante. Pero tienes que ser muy libre en aceptar o no. Si no aceptas no sucederá absolutamente nada. Una vez que regreses a tu gente, todo se te habrá olvidado y seguirás tu vida normal. Si aceptas beberlo, tienes que saber que tendrás una vida nómada. Irás de pueblo en pueblo ofreciendo tus conocimientos y curando. Esto te acarreará no pocos problemas ya que serás blanco de mucha envidia. Querrán eliminarte, pero no lo lograrán y quien te haga mal, yo mismo me encargaré de él. Tú no te has de preocupar de nada, sino en realizar tu misión. Tu mayor recompensa será hacer el bien y la satisfacción sin igual de hacerlo. De llevar la salud a quien la necesite, una palabra de aliento, un consejo. Ayudar a descubrir y potenciar el bien que existe en cualquier ser humano que se cruce en tu camino. Muchos te agradecerán otros te ignorarán. Solo no estarás aunque si sentirás más de una vez la soledad a tu lado. No entenderán a fondo lo que haces ni el por qué, sobre todo en un mundo donde priva el egoísmo, la competencia, el aparentar. A tí el poder de elegir. Repito siéntete libre a la hora de hacerlo.
Descendió un silencio absoluto. Parecía que el tiempo se detenía. Pensé y reflexioné. Extendí mis manos. La criatura se acercó a mí y me entregó la copa trasparente. Me lo acerqué a los labios. Su olor era agradable. Entrecerré mis ojos y comencé a beber. Mientras el líquido descendía a mi estómago sentía que me iba quemando la garganta, el esófago y las entrañas, mas no era desagradable. Una sensación extraña, jamás experimentada. Tomé hasta la última gota. Comencé a sentir un sopor y comencé a perder el conocimiento. A pesar de todo no sentí ningún temor. La confianza invadió todo mi cuerpo. No sé cuánto tiempo estuve en aquel estado. Me desperté en su regazo. Me miraba con ternura. Acarició mi rostro.
— Bienvenido a tu nueva vida — me dijo con voz tierna — Ya está pronto el amanecer. Te tengo que dejar. Recuerda que solo no estarás. Siempre que quieras invócame y me haré presente en tí. En tu conciencia. Reflexiona, ora, contempla, has silencio, son las cosas que te darán la fuerza para continuar con tu misión. Una última cosa, nunca hables a nadie de esto, es un secreto entre tú y yo.
— Gracias de nuevo por todo — le dije —.
Me levanté y después de un fuerte abrazo nos despedimos. Lo ví desaparecer al borde del camino. Regresé al pueblo con una gran alegría dentro. Había encontrado lo que tanto buscaba, algo que me diera plenitud. Mi puesto, mi lugar en este mundo. No puedo negar que algo de temor sentía, ese mismo temor que se siente delante de lo desconocido, de lo nuevo, pero con una gran esperanza y confianza en mí.
Así comenzó la nueva etapa de mi vida.
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