He jugado sin saber,
que tu amor me está matando,
he llegado a enloquecer,
al saber que estaba errando.
Una vez, entregué un ramo,
a un amor sin condiciones,
esa mujer a quien amo,
no quiere ramos ni flores.
No quiere muestras de amor,
porque no está enamorada,
no quiere ser adorada,
ni mostrarme el desamor,
como respuesta fundada.
Si pudiera estar con ella,
yo podría enamorarla,
y con amor indicarla,
de que ha dejado una huella,
imposible de borrarla.
J. Piñeiro