Al anochecer estaremos iluminados de romance, como la bruñida Luna que en cada sombra deja algo de poesía.
Cuando la noche suceda moriremos en pasiones, como las estrellas que puntuales en las madrugadas se desprenden.
Al amanecer deberíamos estar en el rocío bañados en amores, como las efímeras gotas acarician a los mantos de colores.
Al llegar la mañana el sol nos inundará de luz y nosotros seguiremos siempre juntos en un amor sin penumbras.