Alek Hine

TODOS SOMOS IGNORANTES

Se cae en el ridículo,
se peca de ignorancia
—la cual es atrevida,
según el viejo adagio de Tucídides—,
al pretender mostrar conocimiento
—ejemplo de innegable fatuidad—
cuando se incurre en faltas ortográficas
y no se exhibe buena redacción.

Con cuánto acierto dijo el sabio Einstein
que “todos somos ignorantes,
ignaros de distintas cosas”,
con múltiples saberes limitados
—y a veces, siendo escéptico, ni eso,
pues a pesar de toda nuestra ciencia,
o acaso justamente por su causa,
flotamos en la duda tan incómoda,
girando solamente cual satélites,
y en contra de la propia voluntad,
en torno de verdades relativas,
así consideradas (por nosotros).

En medio de un océano de misterio,
vastísimo, sin bordes, infinito,
no puedo soslayar la sensación
de que el saber científico,
amén del filosófico
—en suma, la total sabiduría—,
es casi una nonada.
¿Sabemos en verdad…
o la verdad es otra seductiva
figura de humanal quimera,
la representación de Maya?

Después de los despueses,
¿pudiera ser no más que una ilusión,
sin olvidar que somos una parte,
la idea de universo cognoscible?