No recuerdo si ardí
pero en el ahora
soy ceniza confinada
de tu alto rostro
a cuyo cabello
no desciende la muerte
enloquecida belleza
que visita y eleva
la temperatura del espejo
hasta hacer de la vieja plenitud
un relámpago
extrema metamorfosis
del deseo
que nos invoca
a yacer iluminados
de por vida