En la radio se escucha tu mambo, rumba y son
en silencio me llega el triste recuerdo a tu adiós,
mis ya cansados años no cierran la esperanza
de pisar tu soberana tierra con la bendición de Dios.
Miro al lejano horizonte y me baña la nostalgia
nuestras voces no proclaman la misma oratoria,
siento en mi cuerpo un cántaro de agua fría
el tiempo ha sido implacable con nuestra historia.
He vivido por décadas como un náufrago a la deriva
mirando con inquietud y añoranzas el infinito cielo,
amaneceres que esperan llegar a mi amado caimán
respirar su aroma, nadar en su mar azul y sus riachuelos.
Soy sobreviviente de una generación ya perdida
del conjuro de aquellos que cambiaron mi destino,
quizás nunca tenga el regocijo de sentir tu calor,
te dejo mis raíces; algún día sus ojos, recorrerán tu suelo.