He parado a mirarme en el espejo,
y asombrado de mí mismo me decía,
donde está aquel muchacho tan alegre,
que a la vida con descaro sonreía.
Con el paso inexorable de los años,
voy sintiendo que mi luz se va apagando,
que las huellas en la cara y en las manos,
con el paso de los años van quedando.
Si pudiera regresar a aquellos días
cuando solo se soñaba con amores,
volvería a recitar los mismos versos,
para enamorar a las damas con las flores.
Deseo seguir viviendo, los años que Dios decida,
a pesar de que lo andado deje maltrecha mi vida,
si mi intelecto resiste a los embates del tiempo,
con mi pluma iré escribiendo, aquello que el corazón me pida.
J. Piñeiro