Soy el verso
garabateado en la corteza
de un olmo;
Soy la hoja que cae
y nunca toca el césped,
una maldita semilla nueva
en el césped de Aokigahara.
Soy un grito
de “auxilio” que nadie
escuchó;
una botella con un poema
a un soplo de volverse polvo
que perdió su rumbo
y va de tormenta en tormento.
Soy un lago
-antaño cristalino-
negro y contaminado
en dónde se ahogan
quienes
se atreven a amarme, a querer salvarme.