Julio Noel

La refulgente tarde de abril

La refulgente tarde de abril

el sol derretía en oro y grana,

tras el volátil velo de un balcón

se encendía de amor una mirada.

Una lluvia de oro bañaba el éter

que el fuego de sus pupilas quemaba

y hasta el resplandeciente azul del cielo

sus zafiros convertían en malva.

Los gráciles rosales del jardín

desolados y afligidos lloraban,

pues su fulgor no podía emular

la luz que ardía en la dulce mirada.