He andado desgastando los pasos de mi alma en el camino,
Y absorbí la tierra húmeda en el medio de mi piel,
Para saciar así la sequedad de mi garganta casi humana;
Te he buscado entre las flores de un jardín tan olvidado,
Y también bajo la sombra de un algarrobo viejo y triste,
Te busqué sobre la arena del arroyo que marcó mis pasos,
Y bajo la luna que cansada ya dormía;
Eres como el sol que entibia mi piel tan fría y tan clara,
Y también como el lucero,
Que adorna la oscuridad de mi mirada,
Eres como el mar, tan amplio y sin palabras,
Y quizás también como la brisa,
Que me acaricia enamorada;
Aprendí a contar las flores,
En el jardín de tus aromas,
Y a renunciar querer saber,
Cuanta arena hay en la playa,
Aprendí a andar por caminos sin sendero,
Y me alumbré con una luz de la Luna apagada,
Me tenté a acariciar tus rosas,
E impregnarme del perfume de tus Dalias,
Y me enamoré del silencio de tus frases,
Que me hablaban con tus miradas;
Eres la suma de los pedacitos de mis sueños,
Y el resumen más perfecto,
De mi amor por ti querida amada,
Eres el amor en todas sus letras,
Y la caricia perfecta de tu piel sobre la mía,
El tibio aliento de una palabra ahogada,
Y el beso más dulce y tierno,
De mujer enamorada…
Eres,
La que duerme, en el centro de mi cama.