Alguna ves soñe con esos ojos que desgarraban el alma, mostrando la claridad de mi demencia posada entre tus suspiros.
Augure con un baso en la mano y el humo de entre mis labios las palabras del adiós. Había olvidado recordarte poderosa, con la mirada fijada en mis miedos. A sabiendas de que todo cuanto soy pertenece a ti y al sonido de tus dedos. Me negué el derecho sobre ti, sobre tus muslos y el fulgor de tu danza. Duplique cientos de veces tu figura en mi imaginación, muriendo al contacto de mis dedos. Ahora, de noche y en la penumbra de mi amanecer, abro los ojos ante una realidad que aplasta mi horizonte. Dama de la poesía en mi interior, criatura devastadora de sueños. Vuela frágil ante mi cielo y revuelve mis entrañas con el néctar de tu voz. Que seas tú la aurora en mi ventana, el ángel de mi apocalipsis... La musa entre mis renglones y la inspiración en mi corazón. Porqué solo tú eres dueña de mi dolor, la única conquista que mi corazón reclama... La única en mis pensamientos.