Por la ternura que prodigan los hombres
cuando aman;
la ternura que sobrevive el adiós.
Una caricia eterna de compasión,
un recuerdo humano.
bálsamo del dolor,
aroma amoroso de los sentidos
los sentidos que nos acercan al mismo Dios.
Por la ternura de los hombres
instantánea o efímera,
ternura recordada hasta el propio final
renueva del alma la fibra.
Ausente de la piel,
se esconde en la amigdála,
vive en las neuronas
dispuesta a estallar como un volcán
de repente y sin avisar