Pero...¿Dónde está Dios...,
dónde está Dios?
En el pico de la oración...
y en el rabo de la blasfemia.
La gran poesía de mañana...
nacerá para engordar las pesadillas.
De León Felipe.
No, no está el gran poeta español León Felipe en ese selecto grupo de los llamados “Poetas malditos” en el cual sí estuvieron, entre otros: Arthur Rimbaud, Marceline Desbordes, Auguste Villiers, Pauvre Lelian... Y no sólo fue que no estuviera por cuestión de una época sino que, dudo mucho, que aún después lo quisieran poner ahí, si se diera el caso, entre esos poetas que sí fueron siempre contestatarios y rebeldes.
En su libro de protesta social Nueva antología rota de este autor, León Felipe, éste escribe lo siguiente:“El poeta Prometeico viene a dar testimonio de la Luz. El Poeta maldito... a dar testimonio de la Sombra”.
Es el mismo poeta Prometeico...porque la línea inquebrantable y monótona de sus versos que es siempre la resultante de la voluntad humana y del empuje del Viento y que no se doblega ni se tuerce...tiene que pasar fatalmente...por el centro mismo del infierno como eje de la Tierra. Y entonces sus versos toman unas formas extrañas y blasfematoria, (y es entonces, me acuerdo yo ahora, de que en Europa los únicos países, Estados o Naciones que aún blasfeman son, precisamente, los que aún siguen viendo a Dios como un símbolo de lo humano y que son, dichos países, Portugal, Italia y España... En Francia, precisamente, fue cuestión sencilla cuando lo de la Revolución Francesa, de cortale la cabeza al rey y a toda su familia y arrojarla al río Sena, luego se separó la Iglesia del Estado y hasta la fecha ).
Prosigue León Felipe: “ La verdad es...que cuando Franco, el sapo iscariote y ladrón, con su gran escuadrón de cardenales, curas, obispos y banqueros se atrevió a decir que la guerra de España era una “cruzada religiosa” y que Dios estaba con ellos (los asesinos de ésta)...al poeta le entraron unas ganas irrefrenables de blasfemar”.
Porque fue aquella la Gran Bufonada teológica donde los gangsters, los clowns y los delincuentes del mundo se repartieron a Dios, como se habían repartido la ambición, la trilita y las plumas estilográficas para escribir las leyes y el Decálago del mundo venidero, así lo pienso.
“Chamberlain tenía un Dios (su dios), para que le abriese el paraguas... Churchill tenía otro para que le encendiese el cigarro...Hitler el suyo, para que le recortase el bigotito...el de Mussolini le pulía la cabeza pelada, aquel cráneo grotesco y brillante, como si fuera ya un mármol clásico glorificado para la Historia. A Franco, el fascista español, un dios muy especial le está limpiando las botas todavía, - en 1938 – con la venia y la bula del Sumo Pontífice...aquí arriba (se refería Leon Felipe escribiendo desde México) en este continente, los yankis levantaron más alto que de costumbre su viejo slogan inglés “Gold´s country”, pero ya sabemos quién es ese Dios: una divinidad antiséptica y esterilizada que no se propaga...una especie de malaria muerta...”
Todos los espías, todos los traficantes de pólvora y todos los canallas del mundo llevaban a Dios en el bolsillo. Todos tenían su Dios...¡¡Todos!!
El escarnio y la ignominia...
el crimen...
la cobardía y la injusticia.
¡¡Las babas y la sombra!!
¡¡Sólo los republicanos españoles no teníamos Dios!!
Fue la época trágica y grotesca de la blasfemia y de la risa. El poeta blasfemó contra todos aquellos dioses y se rió hasta el espasmo contagioso...¡¡Nos reíamos mucho todos!!.
Y ahora yo digo: ¿A qué dios aman y en qué dios creen esos que fueron y estuvieron en Madrid cuando fueron a idolatrar al Papa Benedicto XVI? ¿Acaso no ha habido suficiente tiempo, desde entonces, no para leer a los Poetas Malditos, sino para recoger algo de la conciencia que se perdió o que se arrebató en otros tiempos cuando la Iglesia Católica española, la misma de ayer y de hoy, tenía todo el poder para matar impunemente? ¿Qué hacen los poetas de hoy, qué dicen...?
Lázaro.
Este artículo lo publiqué con anterioridad aquí y en Diario de Las Palmas en el 2011.