Quererse es desplegar las alas
dormidas
por los senderos del viento,
oír el fino susurro
de las nubes siemprevivas.
Una vida
Traspasar el muro insondable
de cal viva,
conservando intacto el frágil velo
que cubre la desnudez.
No detectar ni una minúscula
herida
ni rasguño, ni escozor.
Dos vidas.
Es huir a contramano
y sin guía
del poderoso fantasma azul
que cada noche nos despierta
devolviéndonos la paz.
Sudar frío que recorre
la epidermis, adormecida
Tres vidas.
Quererse hoy y mañana
-mientras viva -
quererse es luchar sin tregua
donde el débil no tiene
cabida.
Cuatro vidas.