Cuando escuches la voz del alma,
y los sentidos se sobrecojan en la soledad ignota, oscura,
en la angustia insomne de los pájaros muertos
entonces ya no habrá nube gris que te rebase, ni te detenga,
porque habrás hallado la luz,
esa luz de un sol que nunca duerme,
esa luz que estaba estancada,
allí en un rincón lejano de tu ser,
esperando solo ser resucitada por un ser sensible que sepa oír sus tonadas.
Porque la voz del alma no duerme,
porque su silla está siempre ocupada,
susurrando consejos, alientos, memorias, oportunidades...
porque es una voz luminosa que se eleva ágil y despierta
y pretende la armonía de tu ecosistema,
¡Escucha a sus caracolas inspiradas!
¡Déjate mojar por sus consejos y virajes!
Es la voz que no permitirá que te ahogues en un vaso de agua,
que te sacará a flote, una y otra vez,
porque es la voz que Dios la ha puesto para que te ayude,
para que siempre salgas adelante
y que se muestra más brillante y se escucha con mayor nitidez en las noches de profundas sombras.
Allí te sostienen y conforta
para que resista los embates con fortaleza
y se despunte tu entereza.
¡Ánimo nunca estás solo!
Tienes como ferviente aliada,
a la voz de tu alma que camina siempre contigo.
Refúgiate en la soledad y percibe todos sus pasos,
coge del tonel de su experiencias,
empápate de su copiosa sabiduría.
¡Calla hombre!, calla cuando la voz del alma hable,
Silencia tu bulla interior, cierra tu puerta,
y regocíjate en su presencia.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos reservados