No estoy muy de acuerdo
cuando me dices que todo lo decido yo.
Si piensas así, no voy a hacerte problema por ello.
Ni tampoco me lo hagas tú.
Ambos debemos tener decisiones,
sin ser ninguno de los dos,
esclavo del otro.
No te agrada la esclavitud,
y a mí... menos.
Si deseas tener momentos de libertad absoluta,
sube a un barrilete, y vete donde quieras...
eres dueña de tu vida...
¿y yo?, de la mía.
Pactos escritos con nuestra propia sangre,
que nos hacemos los que nos amamos
con el alma y con el físico.
A veces en los momentos de placer,
nos prometemos el oro y el moro.
En los instantes de plena actividad sexual,
cuando no es silenciosa,
nos decimos palabras hermosas
y hacemos pactos que después...no cumplimos.
La fiebre del deseo lleva a los amantes
a decirnos lo que nos sale del corazón en ese momento,
de placer desenfrenado.
Mejor es hacer el amor en silencio...sin promesas.
No se puede vivir las veinticuatro horas del día,
haciendo el amor. Ese momento nadie en el mundo lo realiza.
El alma sólo puede realizar esa proeza de amor.
Y con los acontecimientos diarios
de esta era tan disparatada a veces,
las promesas sólo quedan en promesas, no cumplidas.
No siempre decido yo tu destino y el mío.
Me sugieres cosas, y las hago.
Y viceversa, siempre ha sido así.
Haré de cuenta, no siendo así,
que acepto lo que me dices... que siempre decido yo...
hoy tendrás la prioridad de decidir tú...
¿qué decidirías respecto a nuestros sentimientos,
a nuestra triste convivencia?
Sólo te advierto que no te sorprendas,
no quieras darme a entender que lo nuestro,
este diario vivir, no es triste.
Está muy lejano... de lo que fue.
Las almas de las parejas se consuelan
con los diarios momentos de desesperanza,
aguante y aflicción se siente...
Hicimos el pacto que todas las parejas nos hacemos...
algunas las omitimos, otras las cumplimos.
Buscamos la perfección, ella no existe.
Antes no pensaba así,
era más optimista.
No, no es que estaba más enamorado.
Es sólo que al principio, los primeros años
fueron más maravillosos, y tú misma dices
que hemos tenido un cambio bastante perceptible.
¿qué hacemos mamá?...
Papá hoy te permite decidir a ti...
¿qué opinarías hacer?
¿seguimos como estamos, o damos un vuelco
de actitudes para que todo sea como antes?
Recuerda que no será posible...
No, no soy un pesimista, me considero un realista.
¿cuál es tu realidad?
Te noto dubitativa, comprendo que no sabes qué responder...
Definitivamente no he de darte mi opinión,
porque ha de ser la misma de siempre.
Si no puedes contestarme, no lo hagas.
Confirma tu respuesta.
Tienes suficiente inteligencia
para salir... de los obstáculos
que se presentan en la vida.
Las decisiones importantes
no solamente debe tomarlas uno solo.
Sino ya te parecerías a nuestra presidenta...
la cual pobre, está cada vez más desequilibrada.
No quieras tener el poder absoluto.
Haz de cuenta que tienes a todo un pueblo
delante de ti, y que debes decidir
para que todos podamos vivir felices,
al menos, mejor.
Difícil empresa la tuya.
Como la de nuestra jefa...
las decisiones deben ser compartidas...
espero... ¿no puedes contestarme hoy?
No importa, cariño, sé esperar...
he esperado tanto tiempo
para que vivas bajo mi mismo techo,
que puedo esperar un tiempo más
para escuchar lo que tú decidas...
tu decisión de mujer, es probable
que sea más valedera de la que yo pudiese ofrecer.
Debo reconocer, aunque muchos no estén de acuerdo,
que ustedes las mujeres, en muchas oportunidades,
son más certeras e inteligentes que nosotros.
Hoy decides tú.
Espero tu decisión de futuro.
No tengo ningún apuro.
Tengo un talento, saber esperar.
Todo llega en su momento,
para bien o para mal.
Elijo el primero...
que tu decisión sea para que ambos
podamos seguir unidos...eternamente...
Todos los derechos reservados del autor(Hugo Emilio Ocanto - 20/08/2013)