Después de una pesadilla sin fin de tolerancia y pretexto,
despertamos asustados de nuestros sueños,
no por los rayos del sol de la mañana,
sino por los golpes contra los inocentes cristales de la ventana
de tormentas nefastas de frustraciones reprimidas,
ya liberadas
Demasiado tiempo habíamos mantenido el equilibrio
en la línea de de indicisión,
demasiado tiempo por el lado de la luna
del color azabache,
donde los celos de la discordia por la armonía
habían tomado la delantera,
sin ni siquiera una palabra de perdón
Andando a tientas en la oscuridad de la evitación
tropezamos con nuestras promesas rotas,
espaciados descuidadamente a la buena de Dios,
para camuflar nuestra desgrañada unidad,
enterrada hace mucho tiempo como cenizas de ignominia,
bajo la iglesia de San Jorge del Rey Lalibela
¿Por qué todavía se exigen contestaciones irrelevantes?
el dedo acusador totalmente superfluo,
las roturas en nuestros corazones son demasiado anchas
para recuperar la tirada camelia,
afligida por la pérdida de sus pétalos rojos,
cual lágrimas de sangre, en silencio derramadas
David Arthur ©®