Cuando Ulises vivía su aventura,
su regreso aguardaba noche y día
Penélope, y tejía y destejía
y lloraba su triste desventura.
Astutamente usaba la mesura
a incautos alejados los tenía,
y fiel a su marido florecía
pura rosa con ansias de ternura.
Así tu amor, me brinda tal franqueza,
y a pesar de sufrir alguna herida,
te muestras con templanza y entereza.
Penélope que tengo inmerecida,
una mujer repleta de grandeza:
yo la llevo en mi alma de por vida.