La mala nueva llegó regada por el murmullo
El portal era atravesado por seres condolidos
Y un fondo decorado de inmaculado blanco
Guardaba el ataúd del eterno descanso.
El semblante frío de aquella tibia sonrisa
Yacía enclaustrado entre cristal y terciopelo
Sus gélidas manos encadenadas de rosario
Y el rostro maquillado para un viaje sin regreso.
Ahora duerme en la libertad de la quietud
Va a su última morada en hombros acongojados
El cuerpo inerte despedido en multitud
Da su última marcha al sacrosanto campo.
Junio, 26 del 2019