Había una vez un libro muy filosófico. Pues, tenía mucha sabiduría. Se llamaba el libro. Cuando Arturo lo toma en sus manos, vé en su esencia la virtud más deseada, pues, era la sabiduría. Y Arturo viaja por el mar, en una embarcación enorme, como del tamaño del cielo. Y Arturo vá en busca de inteligencia, pues, era su mayor virtud. Cuando decide viajar, sí, por el mar abierto, se da de cuenta de que el libro tenía muchas preguntas sin ninguna respuesta. Era un libro filosófico, y de sabiduría. Y Arturo vá y viaja por el mundo y con el libro y se siente desafiante, electrizante, y en eternidad, es Arturo, el que a nada le teme, es el joven del mar abierto, el que lleva su libro en la mano. Tan real como el mismo libro mágico. Es el libro con llanto, el que humedece de lamento en el mar abierto. Cuando Arturo se da de cuenta de algo, es cuando el libro con llanto estaba, y fueron las gotas de ese mar abierto cuando empapó las páginas del libro, y Arturo cayó en soledad, cuando sólo el silencio, se identificó más, cuando Arturo no pudo leer más el libro.
Moraleja: “Cuando tienes la oportunidad, lee, no sabes qué le deparará al libro sino lo cuidas”.