kavanarudén

Las pequeñas cosas

 

 

Esta mañana, haciendo mi paseo habitual, me detuve y miré a lo lejos.

Aquel celeste puro e intenso que siempre me acompaña, aquella brisa marina, aquellas olas incansables, aquella playa desierta me hicieron reflexionar.

Al final te das cuenta que lo pequeño es lo más importante.

Las sonrisas espontáneas, las fotos de antaño, las prosas poéticas que te hacen soñar o aquel poema sencillo que una lágrima te hizo derramar.

Los libros, (esos grandes amigos) que en un principio no conoces, vas entrando en sus páginas y poco a poco se vuelven tus favoritos.

Una copa de vino, un café, un té, un mate o una taza de chocolate humeante. 

Contemplar el horizonte y perderte en él abandonándote al momento.

Un encuentro con alguien especial que te hace olvidar el tiempo, la distancia. Sumergirte en la inmensidad de sus ojos profundos, escuchar su voz, gozar de la agradable sensación de sentirte escuchado, comprendido, amado. 

Un abrazo sincero, una palabra, un “te quiero”.

Un mensaje que mandas a un amigo o amiga para decirle cuánto es importante para ti, que lo recuerdas o extrañas. La respuesta espontánea de este que te arranca una sonrisa.

Perderte en medio de la natura escuchando sus cantos, su infinidad de susurros. 

El perfume a tierra mojada, el sonido de la lluvia caer, del río en placido recorrer.

La luna llena que reina en medio de la noche, rodeada de fulgurantes estrellas.

Un amanecer o atardecer que te hacen suspirar y decir espontáneo: ¡Gracias Dios! ¡Gracias!

El agua tibia que acaricia tu cuerpo cansado después de una jornada de trabajo intenso, relajarte en el sofá haciendo un balance de la jornada o simplemente no hacer nada.

Eso es lo que verdaderamente vale la pena, que cuenta. Las cosas insignificantes, sencillas, que causan grandes emociones.