Su ternura.
Le estoy debiendo unas letras a su ternura, a la pasión con que vive, a la sensación que me inspira a seguir adelante a su lado y por su bien, por el mío, porque ambos estamos hechos de la misma madera.
Esa forma de ver la realidad que cada día lo saca de la pena y lo lleva a un mundo de magia que solo él sabe crear con su optimismo y su bella forma de pensar.
El realismo que lo conduce por esa situación que conduele, que afecta y que compete a dos personas que viven de una forma similar, una idea de ser amigos aún más allá de lo que es este mundo que para todos es eso, real.
Sus consejos y enseñanzas que me dan la posibilidad de entender que las almas cuando van unidas no se pueden separar, que forman un gran y complejo misterio al habernos encontrado en este mundo grande pero pequeño que solo saca lo malo de todos y no devuelve nada.
Este día que nos conduce por un duro camino que a veces es imposible de andar solos y que mis miedos más profundos se acaban porque esta ahí siempre y que me acompaña como yo a él.
Lo entiendo en todo, lo comprendo como a mi misma, me da lo que yo le daría si estuviera acá o yo allá, eso que es más que un amor de dos personas, más que algo compartido por dos cuerpos, es la suma de las almas en una sola y ser más corazón que piel.
Es la unión de un pensamiento que un día estaba sólo, que no se sabía de su porqué y para qué en la existencia, dudas y tantas preguntas que absorbían el presente, uno con dilemas, problemas y situaciones que no eran normales y que en esa misma anormalidad se desdibujában en los sueños , en los deseos de alcanzar lo que se soñó una vez.
DL.VI.
XIX.
A él.