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IR AL TRABAJO

    Aquello que debamos hacer de todos modos, mejor que le pongamos buena cara.Porque,¿de qué sirve quejarse del trabajo, cuando no tenemos otro medio de ganarnos la vida? Por ello, el trabajo no hay que tomarlo con resignación, como un castigo bíblico. Se trata, de dar un sentido positivo a la actividad que nos procura el sustento.Sólo hay que pensar, en las miles de personas que languidecen a la espera de un empleo. Una actitud negativa, hacia la profesión que nos ha tocado desempeñar tiene, además,desagradables efectos secundarios: Produce fatiga anticipada, pues la negatividad, nos transporta mentalmente a los futuros esfuerzos, padeciéndolos dos veces. Reduce el rendimiento y la creatividad. Predispone a la persona negativamente ante los compañeros, lo que desemboca en conflictos laborales.