Luna de ciegos
que sueñan con un manto,
dales tu luz.
Un arcoíris
precisan sus pupilas
y algo de amor.
Y las tinieblas,
compactas de las almas,
podrán hablar.
Las margaritas
danzaban en los prados
junto a las vacas.
Unas estrellas
mandaban sus mensajes
a otras galaxias.
Fue en el pasado,
ardientes primaveras
de tantos sueños...
Y en el invierno,
la sombra de los robles
nos acompaña.
Con sus bigotes
de nieve y la sonrisa
de blanco armiño.
Se abren los ojos,
se vive en cada instante,
por ser feliz.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/06/19