walter rafael aguero gomez

El matrimonio, jardín de rosas.

Padre Creador,

energía vital,

cae como lluvia suave,

empapando nuestra relación.

Nuestras vivencias,

broten como rosas.

Entre las espinas

de la cotidianidad,

se multipliquen la armonía,

el amor,

la paz.

Espíritu Santo,

como aire fresco,

guía nuestra unión,

como fuego enciende

la llama del amor en el corazón.

Los pétalos

de la paciencia y la comprensión

nunca caigan al suelo,

al lodo eterno.

Las espinas humanas

de los celos,

de la mesquindad,

de la ira,

nunca sean aguijones

que alejen las tiernas manos del Creador,

en esos instantes

cuando la cotidianidad nos ahogue.

La vida en común

nos enseñe a conocernos,

a comprendernos vestidos de coherencia,

a mirarnos a la cara

perdiéndonos en ella,

a respetar nuestros espacios con equilibrio,

a admirarnos sin perder el encanto.

Todo esto,

sean pigmentos mágicos

que vistan nuestra realidad

de belleza multicolor.

Todo esto,

grite a nuestro alrededor:

\"Mírenlos como se aman\"

que cada detalle

hable de nuestro amor.