Eres laurel en el jardín
de mi reino.
Ahora quiero recordar...
Aquellos viajes de Sevilla a Nerva
en pleno estío, cuando en la fresca
tempranera de la mañana el sol
nos daba una tregua.
Aquellos días, recién cerrada la
escuela, con meses de ilusión
verbenera poblando los planes
de sierra.
Aquellas carreteras antiguas,
aquella autovía Sevilla Huelva
que nacía al futuro simple de
una tierra harta de sementeras.
Aquella medianera, repleta de
adelfa, a veces blanca, a veces
rosada, a veces hiedra, que
baldeando azahares a diestra y
siniestra inundaba de aromas
la vetusta tartana que por coche
nos llevaba al amor de las gentes,
que con brazos de par en par nos
hacían fiestas.
Aquellas adelfas..., que me vienen
hoy a saludar, las bebo de sus pétalos,
sus estambres me como hasta que
de rodillas, un derrotado corazón, se
rinde a su veneno.
Aquellas adelfas que me llevan a la
quietud del verano, a la vacación
que comprende el asueto.
Adelfas que con su delicioso delirio
me trasladan a la magia del verano
donde el pasado no pesaba porque
escaseaban los años, donde la risa
era la reina del sarao, donde el patio
y la guitarra eran la salsa del plato.
Adelfa de mi recuerdo, aunque los
siglos han pasado tu aroma sigue
inundando mis prados.
Adelfa, mañana salme otra vez
al paso, que este viaje en el tiempo
no sea en vano.