Ella se echó a morir
y efectivamente así ocurrió,
después de una semana tirada
en una zona húmeda
sin comer ni beber;
no aceptó remedios,
nada,
era su determinación,
respetable,
sentía vergüenza y dolor
por no poder
pararse,
tenerse en pié
y menos caminar.
Había experimentado,
recientemente,
la muerte de su única y mejor amiga
bajo los mismos síntomas;
su compañera había intentado mejorar con tratamientos,
su larga enfermedad la hizo sufrir,
tuvo una agonía interminable.
Si bien yo acepto ambas decisiones,
prefiero morir rápido,
veo ventajas en ello.
Por aquello,
pienso que María Daniela es un ejemplo a seguir,
no quiso seguir más tratamientos partiendo...
¡Cuanta sabiduría!