Una princesa sacada de un cuento de hadas,
Una reyna de un castillo encantado.
Siempre dulce, la nena de los ojos castaños
Nunca molesta, la niña de esos ojos radiantes
La preciosa de su vida, en su portátil de portada
La bonita de su compañía, de la que dices, es solo mía
Siempre dulce, la nena de la sonrisa tierna,
Nunca molesta, la niña de esa sonrisa bella.
No la pensaron, no la oyeron, no la sintieron
Y la dejaron escapar…
No la amaron, solo la quisieron.
No la amaron, solo la desearon.
Sembraron odio en lo profundo de su corazón,
Dejaron huella de hollín en su blanca alma,
Desgastaron su dulzura, cubriéndola de lujuria,
Acabaron con su pureza, llenándola de maleza.
Convirtieron a la princesa de cuento de hadas,
En la vagabunda con sal en las heridas.
Transformaron a la Reyna del castillo encantado,
En la pobre de alma abrumada.
Cambiaron a la preciosa de portada,
En la triste mujer amargada
Distorsionaron a la bonita de compañía
En la loca con miles de manías.
Jamás volverá a ser princesa o reyna de fantasías
Murió su belleza y su dulzura.
Pero será feliz, con quien la piense, la oiga
La sienta y aquél no la dejará escapar.
La amarán, ya no la querrán,
La amarán y también la desearán.
Cosecharán el amor que oculto todo este tiempo
Y juntos marcarán, huellas de un amor verdadero.