Al poner mis labios en sus labios
Sentí el vértigo, el fuego y el ardor
Mi mano en su cuerpo fue testigo
De su sangre revuelta en combustión
Quien supo de su lujuria y sus besos
Quien supo ser dueña de su amor
Tuvo ardiendo por siempre su piel
Y su recuerdo jamás se extinguió
Quien puso sobre su cuerpo su mano
Jamás pudo apagar la hoguera
Su boca era como el fuego
Incinerando una selva entera
Yo supe de su amor y de su entrega
Y supe de su piel siempre encendida
Yo supe consumirme en la candela
De su lengua jugando a hurtadilla