Lejanos recuerdos de mi memoria
me traen oscuros sueños de mi infancia,
negras mariposas que revolotean
en el piélago más hondo de mi alma.
Húmedos y tibios días de abril
que insuflaban del cielo la esperanza
y los cálidos aromas de mayo
que saltaban por las sendas rosadas.
Inflamados calores estivales
que derretían las rocas más ásperas
y que maduraban el pan dorado,
sustento de tantas vidas humanas.
Encapotados días otoñales,
envueltos en tenue velo de plata,
entre sus mares nadaban mis penas
y mis suspiros bebían sus lágrimas.
En los álgidos días invernales
mis ojos miraban la blanca calma,
mientras mi tristeza se sumergía
en el piélago más hondo de mi alma.