Qué has hecho conmigo. Dónde me has dejado. No es que pretenda salir a buscarme, es por simple curiosidad. A dónde has enviado todas mis penas, que mira que no eran pocas. A qué lugar enviaste mis agravios, mis nunca más. De verdad, dime qué has hecho conmigo, y ya puestos dime también cómo lo has hecho. De qué vas. Eh. De. Qué. Vas.
En poco más de un año tú me has dado vuelta y vuelta. Me miro y no me reconozco. Y me gustaría explicarme mejor, pero no puedo, la verdad que no sé. Tan sólo sé que la resta entre lo que soy ahora y lo que era es mucho más que positiva, y también que tiene una principal responsable. Así que no te me escondas con otra caidita de ojos y confiesa. Qué has hecho conmigo y con todo aquello de lo que yo me solía quejar.
Qué has hecho con mi nostalgia. Qué has hecho con mis noches en vela preguntándome por lo que pudo ser y no fue. Qué has hecho con lo que me gustaba a mí dolerme al recordar. Al llorar mis penas, que para eso eran mías. Porque las regaba cada día a base de lágrimas de usar y tirar. Qué has hecho con mi pasado que ya no me parece más que un telonero de esto que tenía que llegar.
Qué has hecho con mi frase fetiche. Crecer es aprender a despedirse. Que parece que de pronto sólo sea válida para los demás.
Qué has hecho con esta sonrisa que ya no se me cae de la cara. Que me paseo por la vida con esta cara de idiota que se suma a la que ya tenía, que no estaba mal. Yo que siempre me tuve por un tipo serio y más bien introvertido, y mírame ahora. No hay día en que no me descubra haciendo el payaso con el simple objetivo de estirar tu boca, de sacarte un venga tonto, para ya.
Qué has hecho con mi vergüenza. Que no es que la haya perdido, es que me río de ella cada día más. Qué me has hecho para que me dé todavía más igual el qué dirán. Cuando uno tiene algo tan bonito entre manos, no necesita la aprobación ni el juicio del otro. Simplemente, lo disfruta, sin más. Y quien no lo entienda, pues para él toda nuestra lástima, y desearle que lo llegue a descubrir en esta vida, ojalá.