Joseponce1978

Una tarde de película (28 de noviembre de 2019)

Ayer te llevé al cine a ver la segunda parte de la película de animación protagonizada por las hermanas Elsa y Anna, quienes viven en el reino de hielo, tan de moda estos últimos años entre el público infantil, sobre todo por parte las niñas. Es la segunda vez que te llevo al cine y ciertamente, no es algo que te atraiga demasiado. Prefieres ver funciones teatrales. La primera ocasión fue hace cosa de un año y al principio estabas bastante intrigada por tratarse de una novedad, pero a mitad de la película me dijiste de salir porque te aburrías. Supongo que influirán factores como el guión de la película o vuestra edad, y tal vez fueses aún pequeña como para seguir la trama de una película de hora y media de duración.

Esta vez fue distinto, pues imbuida por el calado de su éxito y el márketing arrastrado desde el estreno de la primera parte, acontecido antes de nacer tú, sientes una especial idolatría por sus personajes. De tanto hablarme de ellos, prácticamente desde que comenzaste a pronunciar tus primeras palabras, ya son de la familia casi. A petición tuya, muchas de las cosas que te he ido comprando durante estos años, como el patinete, la bicicleta o algunas prendas de vestir, pertenecen a esta marca.

Aprovechando que ayer era el día del espectador y la entrada sale algo más económica, me pasé a recogerte un rato antes de la primera sesión, que tenía lugar a las 6 de la tarde. Por el camino me dijiste que estabas nerviosa y me fuiste hablando de los personajes. Era evidente tu emoción, hijica. Ya en el cine te compré un bol de palomitas antes de entrar en la sala. Yo tampoco soy muy cinéfilo, pero cuando voy a ver alguna película, me gusta sentarme en las butacas traseras, y lo más centrado posible, para poder tener una buena panorámica visual. Los cines de Lorca son modernos y las filas de butacas están bien escalonadas, con una altura suficiente entre ellas para evitar que si te toca un espectador alto delante, te tape la vista. Con la sala a medio aforo de espectadores, no nos tocó el mejor sitio pero tampoco era malo, en una fila central, algo escorados a la izquierda.

Durante la proyección te mantuviste muy atenta para no perder detalle, y de vez en cuando me mirabas para comprobar si compartía tu asombro, y vaya que si lo compartía. La película en sí se sale de los estereotipos de la factoría, distando mucho del típico cuento de la princesa que cae en desdicha y es rescatada por el príncipe azul. Aunque esté enfocada hacia los más pequeños, me parecío una gran historia épica que encierra varios mensajes morales dirigidos también al público adulto, como el valor de la amistad, el respeto por el medio ambiente, la decepción por la traición o el hecho de que no es necesario ser reina o vivir en un castillo para ser feliz. Olaf, el muñeco de nieve, me ganó al decir que el agua tiene memoria y que la madurez lo ha vuelto poético. A punto estuve de ponerme en pie y aplaudirle. Espero que no tarden otros 6 años en sacar una nueva secuela, y al fin podamos saber si Elsa encuentra el amor... porque dentro de 6 años tú tendrás ya 11 o 12 y a lo mejor me dices que me vaya yo solo a ver la película de niños. Por si acaso, princesa de mi cuento, guardaré para siempre en un rincón de la memoria la tarde de ayer.