Nadia ALMAZÁN - OFICIAL

La niña que llueve.

Me alejo y me respiro en el rocío de las flores que comienzan a despertar.

Mis ojos están hinchados. Mi alma está frágil.

Me respiro en este aire solitario que huele a pedazos de pasado.

A intriga. A miedo. A ironía.

 

Mis cabellos bailan y me dejo llevar por los primeros rayos de Sol.

Aquél que sigue escondiéndose. Demasiado. Creo que va a llover.

Escucho campanadas de una iglesia y de alguna extraña manera me siento tranquila.

Me siento esperanzada. No sé por qué.

 

Me cambié el nombre a nostalgia y me visto de soledad.

Llevo por manos la libertad y la indiferencia.

Soy una danza que llora, y nadie sabe qué sucede.

Hay un niño en mí que no deja de soñar.

 

Mis lágrimas están gritando y nadie sabe que ya comenzó a llover.

La lluvia sale de los ojos de una niña indiferente.

Las sonrisas nos confunden y desconocemos la paz.

Pero es que en la realidad, nunca sabemos qué pasa cuando alguien llueve.

 

Llovemos y no hay paragüas.

Llovemos y nos convertimos en tormenta.

Creamos ríos que nadie cruza. Ojos de agua desconocidos.

Llovemos y todos corren.

 

Lo ojos de una niña que no tiene a mamá cerca, llueven.

Los ojos de una niña que abusaron, llueven.

Los ojos de una niña que se aparta, llueven.

Llueve, y ella baila sola.